Paleontología
Te explicamos qué es la paleontología, cuáles son sus ramas, historia y objeto de estudio. Además, ejemplos de hallazgos fósiles.
¿Qué es la paleontología?
La paleontología es la ciencia que estudia el pasado geológico de la vida en nuestro planeta. Para ello emplea el registro fósil encontrado bajo la superficie terrestre.
Se trata de una especie de biología en retrospectiva, interesada en comprender el pasado microbiológico, animal, vegetal, etc., del mundo, a partir de las evidencias que, petrificadas debido a distintos mecanismos físico-químicos, sobreviven al paso del tiempo.
La paleontología es una disciplina que abarca diversos conocimientos provenientes de la geología y la biología. Puede incluso considerarse el resultado del cruce de esas dos ciencias.
Sus métodos de investigación incluyen la descripción analítica de los fósiles encontrados, su análisis comparativo, e incluso la formulación de datos estadísticos al respecto. Así es posible obtener conclusiones sobre el pasado biológico del planeta, que al mismo tiempo sean útiles para pensar nuestro presente, y el futuro.
La paleontología abarca tres ramas o subdivisiones, que son:
- La paleobiología. Se dedica a estudiar los organismos del pasado y reconstruir sus condiciones de vida. A su vez abarca la paleobotánica (estudio de árboles prehistóricos), paleozoología (estudio de los animales prehistóricos), micropaleontología (estudio de los microorganismos prehistóricos), paleoecología (estudio de los ecosistemas prehistóricos), etc.
- Tafonomía. Por su parte, se ocupa de los procesos de fosilización y de petrificación que dan como resultado los fósiles. Esto es posible enfocarlo a su vez en dos ramas distintas: la bioestratinomía, centrada en el origen de los fósiles y su enterramiento en la litósfera; y la fosildiagénesis, centrada en cambio en esos procesos que tienen lugar bajo tierra, durante milenios, y que dan como resultado la fosilización.
- Biocronología. Esta rama se dedica a determinar y comparar la edad cronológica de las muestras fósiles, para así poder ordenarlas por épocas. Existen distintos mecanismos de datación que pueden usarse para ello, los cuales son también objeto de estudio de esta disciplina.
Finalmente, a quienes se dedican a esta ciencia se les conoce como paleontólogos.
Historia de la paleontología
La paleontología se remonta, aunque informalmente, a los primeros hallazgos fósiles que tuvieron lugar alrededor del siglo VI a. C. Fueron interpretados según la filosofía griega de la época: los seguidores de Pitágoras los interpretaron como restos de una vida arcaica y desconocida.
Por el contrario, los seguidores de Platón los consideraban una especie de “juegos de la naturaleza”, imitaciones imperfectas de la vida, como si Dios hubiese estado practicando antes de crear a los seres vivientes.
La existencia de fósiles fue, durante más de 1500 años, un tema álgido de debate en Occidente. La religión cristiana defendió durante siglos la idea de que la vida había sido creada tal y como relata la Biblia, sin que hubiera transcurrido mucho tiempo entre la creación del mundo y la aparición de la humanidad.
Por lo tanto, para la Iglesia los fósiles hallados no podían ser tan antiguos como para que fueran criaturas totalmente desconocidas por el ser humano.
Durante la Revolución Científica del siglo XVII la paleontología tuvo su renacimiento. Los primeros estudios formalmente paleobiológicos se produjeron, en manos de naturalistas como Colonna, Nicolaus Steno, Robert Hooke y muchos otros.
Algunos de sus hallazgos fueron interpretados como evidencia del Diluvio Universal bíblico, aunque mucho después resultó evidente que se trataba de animales prehistóricos, como los dinosaurios.
A partir de entonces y hasta el siglo XVIII se produjeron grandes estudios sistemáticos del registro fósil, intentando dar con la verdad que escondían respecto del pasado del mundo. Este objetivo sólo fue posible con el surgimiento de las ciencias modernas y sobre todo de los estudios de Lamarck (s. XIX) y de Darwin, quien formuló la teoría sobre el origen de las especies en 1858.
Sólo a partir de entonces la paleontología se fue convirtiendo en una ciencia independiente, capaz de determinar la verdadera edad del planeta y de desentrañar las formas de vida que lo gobernaron durante los milenios previos a nuestra llegada.
Objeto de estudio de la paleontología
El propósito de la paleontología es fácil de comprender si nos fijamos en la etimología de su nombre, compuesto por tres voces griegas distintas: palaios, “antiguo”; ontós, “el ser” o “lo que es”, y lógos, “conocimiento” o “razón”.
De modo que la paleontología tiene como objeto de estudio a los seres antiguos, esto es, las formas de vida que existieron en el planeta mucho antes del inicio de la historia. Los dinosaurios, los grandes mamíferos, o las primeras formas de vida bacteriana son sólo algunos ejemplos. Su estudio es a partir de muestras, evidencias y rastros: eso que llamamos “el registro fósil”.
Este conocimiento es de suma importancia para comprender de dónde proviene la humanidad y de qué manera opera la vida. Arroja luces sobre las condiciones que produjeron la vida en primer lugar, o las que impulsaron su evolución o incluso las que condujeron a masivas y trágicas extinciones.
Paleontología y arqueología
Aunque estas dos ciencias se interesan por el pasado remoto, y lo hacen a partir de la evidencia conservada en el tiempo, sus objetos de estudio concretos son radicalmente distintos.
Mientras la paleontología se centra en la vida que existió antes y durante la aparición de la humanidad, la arqueología se ocupa del pasado de la humanidad: las culturas antiguas, las evidencias de sus primeras formas de organización, etc.
Ejemplos de hallazgos fósiles
Algunos hallazgos reconocidos del registro fósil son los siguientes:
- Hallazgo del espécimen de Berlín del Archaeopteryx en 1880. El primer fósil de dinosaurio hallado en el que hay evidencia de su plumaje. Esto revolucionó la idea que se tenía de estas criaturas hasta entonces y permitió su reconocido nexo con las aves modernas, sus descendientes.
- El fósil humano más antiguo fue hallado en 2018. En la cueva de Misliya, Israel, y se compone de un fragmento de mandíbula con la mayor parte de sus dientes intactos. El hallazgo data de hace 170.000 a 200.000 años de antigüedad.
- Las huellas fosilizadas del Parque Clayton Lake. En Nuevo México, Estados Unidos. Allí se halló un conjunto de huellas fósiles, que incluye huellas de dinosaurios enormes y pequeños.
- El hallazgo del Argentinosaurus huincuilensis en la Patagonia argentina. Que se produjo en Neuquén, cerca de la cordillera de Los Andes en 1989. Este dinosaurio es uno de los pocos conocidos que habitaron la América del Sur durante el Cretácico, y fue uno de los animales terrestres más enormes de los que se tenga noticia hasta ahora.
Fuente: https://concepto.de/paleontologia/#ixzz7euK9eaEJ
‘Perijasaurus lapaz’: el dinosaurio colombiano descubierto gracias al proceso de paz con las FARC
Este herbívoro de cuatro patas, cabeza diminuta y cuello y cola muy largas habitó el trópico hace 175 millones de años
Hace 175 millones de años paseaba por lo que hoy se conoce como la Serranía del Perijá, en el departamento del Cesar, al norte de Colombia, un dinosaurio herbívoro de cuatro patas fuertes y robustas, cabeza diminuta y cuello y cola muy largos, que hasta esta semana era un desconocido para la ciencia. El descubrimiento de esta nueva especie de dinosaurio, la segunda de origen colombiano, ayuda a entender mejor la historia evolutiva de estos gigantes prehistóricos en Suramérica.
Hace no tanto tiempo que los mismos paleontólogos tenían a los dinosaurios por animales fríos, estúpidos y lentos. Ahora sabemos que aquello eran prejuicios. Los dinosaurios no fueron un puñado de especies sorprendentemente parecidas entre sí, como la propia RAE parece sugerir. Vivieron durante casi 200 millones de años, unas tres veces el tiempo que a nosotros nos separa de ellos. Durante ese tiempo pudieron cambiar, adaptarse y explorar multitud de soluciones para sobrevivir. Es así como algunos encontraron su lugar en las pequeñas escalas. Su tamaño oscilaba entre el de un perro pequeño y las 80 toneladas. Algunos vivían en los desiertos y otros prosperaban en la jungla. Dentro de esta grandísima variedad mostraron tanta pluralidad en su intelecto como en su forma.
Todavía podemos ver sus cavidades craneales y deducir cuál era el tamaño de su cerebro. Eso nos da alguna pista sutil sobre cómo de inteligentes podrían ser unos comparados con los otros. Es más, podemos utilizarlo como una medida indirecta de la complejidad de sus dinámicas sociales. Los animales que viven en grupos, sobre todo en grupos con estructuras complejas, se han visto evolutivamente empujados a seleccionar a los organismos más duchos en ese arte que es interpretar las intenciones de los demás, algo increíblemente complejo que requiere de todas nuestras herramientas cognitivas. Sin embargo, en algunas ocasiones especiales, las elucubraciones dan paso a evidencias directas; ya no hace falta suponer cómo se comportaban, sino que podemos verlo directamente. Eso es más o menos lo que ha ocurrido en el nordeste de China
La Pompeya china
Hace unos 120 millones de años, lo que actualmente es la provincia china de Liaoning sufrió una serie de erupciones volcánicas que la convirtieron en la Pompeya china. Ese es el sobrenombre que se ha ganado entre los paleontólogos. La zona está salpicada de multitud de yacimientos bien conservados, pero, entre ellos, hay uno especialmente interesante. En la formación de Yixian podemos encontrar la llamada “cama de Lujiatun” y en ella se amontonan 25 esqueletos de un dinosaurio: el Psittacosaurus lujiatunensis. El género de los psitacosaurios es enormemente común. De hecho, es el más habitual entre todos los restos de dinosaurios que hemos encontrado. Con apenas 2 metros de largo y un cráneo parecido al de un loro, la especie en concreto no destaca demasiado entre las demás. No ha sido eso lo que encandiló a la comunidad, sino la escena que mostraban. Los 25 esqueletos quedaron detenidos en el tiempo, congelados en plena tragedia. Un joven, 24 bebés y un caudal de cenizas y agua que acabó con sus vidas.
En un primer momento los investigadores supusieron que el esqueleto más grande podría haber sido arrastrado de algún modo hasta el lugar donde murieron las crías. Es relativamente frecuente que los restos se desplacen por corrimientos de tierra, por ejemplo. Por suerte, conocemos algunos métodos para resolver estas dudas y, tras aplicarlos, los investigadores concluyeron que aquellos 25 fósiles se habían depositado allí mismo, juntos. Sabiendo eso, lo normal sería pensar que estamos ante una madre o un padre y sus retoños, pero la historia no iba a resolverse con tanta facilidad. Tras estimar la edad del supuesto adulto, los investigadores descubrieron que apenas tenía 5 años. Esto lo convierte en un juvenil que, posiblemente, todavía necesitaría otros 4 años para alcanzar la madurez reproductiva o, dicho de otro modo: no podían ser sus crías porque todavía no era capaz de reproducirse.
Niñera cretácica
Teniendo esto en cuenta y sabiendo que la cantidad de jóvenes tampoco coincide con el tamaño que esperamos en una nidada de psitacosaurios, surge la posibilidad de que estemos ante una especie de cuidador. Tal vez un ejemplar de la generación anterior que, en lugar de independizarse, todavía ronda cerca de sus padres, “cuidando” en cierto modo a las crías más jóvenes de toda una comunidad. Este tipo de comportamiento se ha descrito en aves extintas y hay indicios que nos hace sospechar que también estaba presente en otros dinosaurios no avianos. Sin embargo, la historia no termina aquí. Sabemos que todos murieron de forma más o menos simultánea y hay ciertas sospechas sobre cuál pudo ser la causa. Los dinosaurios están rodeados por tierra que parece de origen volcánico, con ceniza y otras características típicas. Siendo la Pompeya china tendría sentido pensar que una erupción les cogió de improviso. Pero, si así fuera, posiblemente hubiera daños en sus huesos producidos por el extremo calor de aquel evento. Hacía falta otra explicación.
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